martes, 14 de agosto de 2012

¡SÁLVESE QUIEN PUEDA!

Hace unos días, en el transcurso de uno de esos devaneos que se producen durante las acostumbradas siestas veraniegas, acerté a coger el mando de la televisión. Todavía en estado de "zombie-shock" no pude hacer otra cosa más que un lento "zapping" en el que, una tras otra, iban desfilando todas las emisoras del TDT.
De entre todos los programas hubo uno que me llamó poderosamente la atención; se hacía llamar "Sálvame". En principio, dado su denominación, pensé que se trataba de algún tipo de programa católico para ganar fieles a la causa o bien alguno de esos extraños "reality shows". ¡Pues no! Era mucho mejor. Resulta que una serie de esperpénticos personajes, apoltronados en sus sillones y que se autodenominaban como "periodistas de crónica social", se dedicaban a graznar como auténticos cuervos y a despellejar a diestro y siniestro a todo ser humano que apareciera en las pantallas del programa o que se colara en las "pseudoconversaciones" que se intentaban producir.
De entre todos estos elementos descollaba una señora a la que se aludió varias veces como "la princesa del pueblo", a pesar de sus escasas dotes oratorias (su frase más repetida era "yo por mi hija, mato").
Observando el percal, y viendo que allí no quedaba títere con cabeza, pensé que el programa se podia haber titulado de una forma más correcta "Sálvese quien pueda". Acto seguido recapacité sobre la situación en la que se encuentra el país y pensé...¿tendrá algo que ver con las representaciones de estos circos? La verdad es que hay bastantes similitudes: poltronas, cuervos, personajes esperpénticos, despellejamientos en vivo...

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